Artículo de Iñaki Saltor, Managing Partner en Saltor Talent
El otro día leí un interesante artículo sobre el fenómeno quiet quitting que os recomiendo leer. En él, Santi García, de Future for Work Institute, cuenta cómo la pandemia ha removido los fundamentos de muchas personas y, en especial, los de su relación con el trabajo. Tras un año de pandemia, primero se habló de la YOLO Economy (acrónimo de You Only Live Once), nombre que Kevin Roose le dio al fenómeno de quienes, hastiados del trabajo rutinario y las videoconferencias, tomaron nuevos riesgos con el dinero que habían ido ahorrando. Más tarde, en China, nació el movimiento ‘Tumbarse’, una corriente de resistencia contra la cultura del trabajo duro y el sacrificio que predomina en ese país; acto seguido, se empezó a hablar de ‘la gran renuncia’, una teoría que explica por qué, solo en abril de 2021, 4 millones de estadounidenses dejaron su trabajo. Finalmente, ha llegado para quedarse el ‘Quiet quitting’, un fenómeno que Zaid Khan hizo viral en un vídeo este mes de julio. Se trata de una actitud de quienes deciden silenciosamente tomárselo con más calma en lugar de abandonar sus empleos
En un sondeo que llevaron a cabo en Future for Work Institute entre profesionales de RRHH de empresas españolas, la ‘conciliación con la vida personal y familiar’, se encontraba por delante de ‘reconocimiento profesional’ o ‘ganar dinero’, entre los intereses de los trabajadores.
¿Y cómo afecta esto a los directivos de las empresas? Pues, sin duda, en primer lugar, hay que tomar nota: la pandemia ha reforzado la idea de que trabajamos para vivir y no al revés. Y eso es algo que cada vez más va a estar en el ambiente y en las creencias más profundas de nuestros equipos.
En la serie de vídeos NUEVOS LIDERAZGOS se ha hablado por activa y por pasiva de este fenómeno, aunque con otros nombres: de que el propósito de las empresas y sus trabajadores vayan en línea, de que o las empresas del futuro -del presente- son más humanas y sostenibles o desaparecerán, etc.
Para nosotros, directivos, cabe preguntarnos ¿conozco bien a mis equipos? ¿Sé lo que les motiva, lo que les mueve, qué les hace estar en nuestra empresa? ¿Lo hacen solo por dinero o hay otras cosas? ¿Todos mis directivos y toda mi plantilla cree en el proyecto? ¿Es suficientemente humana mi empresa, más allá de lo que estipula la ley o la cultura empresarial de mi sector?
La pandemia nos ha puesto en un escenario que hace unos años no preveíamos. Tenemos la oportunidad de adaptarnos, por el bien de nuestros equipos, o de perder nuestro bien más preciado: las personas, y su talento.