Artículo de Álvaro Cárcel, Partner.
Por desgracia, es una realidad cada vez más visible. Es preocupante ver cómo se ha ido degradando el nivel de las personas “referentes” en la sociedad.
En el pasado - no demasiado lejano -, existía un cierto consenso en definir algunas personas como “referentes” por sus valores, formas de actuar, o el tipo de mensajes que lanzaban. Eran fácilmente identificables en la política, en la cultura, en el deporte, y también en el mundo empresarial.
A día de hoy, si bien siguen por supuesto existiendo personas referentes, han perdido visibilidad. En otras palabras, la sociedad no les otorga el valor que antes se les otorgaba. El mundo de la política es un claro ejemplo: el nivel no ha parado de bajar en los últimos años, llegando a degradarse hasta tal punto hoy que es difícil localizar referentes políticos (con independencia del color). Estamos en un momento donde parece que los referentes son influencers, tiktokers, streamers, y cantantes que no saben cantar sin autotune Todo el respeto para ellos, pero no deberían ser referentes.
Lógicamente, lo que es o no es un referente tiene un carácter subjetivo y no existe un consenso pleno sobre ello. Pero pienso también que una gran mayoría podría llegar a ponerse de acuerdo en una serie de características comunes de un “referente”, por ejemplo:
- Rectitud en valores.
- Cumplir con la palabra.
- Decir lo que piensa y pensar lo que dice.
- Asumir errores, con humildad.
- Crear una visión común y compartida.
- Lanzar mensajes positivos, y constructivos.
- Tomar decisiones y no hacer omisión del poder en las situaciones en qué es necesario.
- Vocación de servicio y hacer crecer a su entorno.
Lo anterior son comportamientos visibles y concretos, y cuya principal consecuencia es que generan aprendizajes positivos en las personas. Y los aprendizajes positivos generan a su vez el entorno adecuado para crecer como individuos y profesionales. Y a su vez, ese es justamente el caldo de cultivo de un futuro empresarial prometedor.
En las organizaciones, los equipos deben poder mirar hacia arriba y ver referentes. Y es por ello que las organizaciones tienen el deber de ayudar y empujar a las personas en posiciones de liderazgo a convertirse en referentes y ser una brújula para sus equipos.