Artículo de Álvaro Cárcel, Partner.


 Como decimos en muchas ocasiones, una carrera profesional debe analizarse como una maratón, y no como una carrera de 100 metros lisos.


A lo largo de esta aventura, existen diferentes etapas, que dependen de distintos factores, como por ejemplo las motivaciones, aspiraciones, capacidades, aversión al riesgo, o momentos vitales de cada profesional. 


Aquellas personas motivadas por crecer verticalmente en el clásico organigrama de una empresa, suelen empezar en una posición técnica, en función de sus estudios y especialización. Una vez consolidada la posición técnica, suelen evolucionar a una posición de Manager, en la que gestionan a perfiles técnicos gracias a su credibilidad y resultados obtenidos. 

En esta posición, se empiezan a asentar las bases de la gestión de equipos, pero me gustaría centrarme en los 2 saltos siguientes que suelen suceder más adelante en la vida profesional: a) de manager a directivo, y b) de directivo a Líder.


De manager a directivo. ¿Qué aspectos clave, entre otros, deben trabajarse?


1) Ampliar visión estratégica. Tras desarrollarte correctamente gestionando tus taras diarias (o supervisando las de tu equipo), es necesario empezar a pensar de otra manera. Ahora, ya no es únicamente importante conseguir los resultados de tu parcela, sino que es importante empezar a pensar cómo tus acciones contribuyen al éxito general de la empresa en su conjunta.


2) Trabajar habilidades de liderazgo: Como directivo, los resultados llegan a través de los equipos. Tu contribución individual es cada vez menor, y los éxitos dependen de tu capacidad de liderar equipos con éxito. Este es probablemente uno de los aspectos más complejos, y normalmente requiere atacar diferentes aspectos a la vez. 


3) Trabajar el network interno y las relaciones clave: Como directivo, es una obligación colaborar con personas de distintos niveles jerárquicos, y con otros departamentos. Cualquier proyecto ahora está conectado con otros departamentos, y por lo tanto colaborar y tener la capacidad de influir es crucial para dar el salto.


De directivo a líder. Y ahora, ¿Qué otros aspectos clave deben trabajarse?


1) Ser capaz de inspirar: Es una de las principales diferencias. No se trata únicamente de lograr los resultados de forma colaborativa, sino de ser un modelo a seguir, y de guiar a las personas para sacar su mejor versión.


2) Desarrollar a las personas: Ligado con el punto anterior, un líder debe poder desaparecer de una organización en el corto plazo sin generar un grave problema ya que ha logrado desarrollar a una persona que puede sustituirle. Un líder suele dejar como herencia un equipo mejor del que se encontró. Una persona capaz de identificar y desarrollar el talento interno es un regalo para cualquier organización. 


3) Liderar la innovación y los cambios constantes. El entorno es cada vez más volátil y cambiante. Los clientes, cada vez más exigentes e impacientes. Y las organizaciones, inmersas en esta situación, deben adaptarse constantemente, ya no solo para ser rentables hoy, sino para proteger su negocio del futuro. Y de nueva, las personas con esta capacidad generan un valor incalculable para las organizaciones. 


Citando a Xavier Marcet, cuando hablamos de un verdadero líder, hablamos de una “suma de roles” (combinar el rol de ejecutivo, directivo y líder) que deben desempeñarse a la vez:


1. Dar resultados a corto plazo (rol ejecutivo)

2. Dar resultados, pero incorporando el futuro en la agenda del presente (rol directivo)

3. Hacer crecer a la gente (rol de líder) 


Para llegar a ser un verdadero líder, se requiere autoconocimiento, y altas dosis de humildad. No es un camino fácil, está repleto de errores, y no debe olvidarse lo más importante:  es un camino sin una meta final