Artículo de Álvaro Cárcel, director de Executive Search.


En los últimos 6 meses, he tenido la oportunidad de asistir a 2 eventos diferentes, en los que se ha tratado una misma temática desde distintas ópticas: ¿Cuáles son las claves para que una ciudad se convierta en un destino atractivo para el talento?

Ambos eventos tomaban como referencia la ciudad de Barcelona, pero las reflexiones son realmente válidas y aplicables a cualquier ciudad. 

Antes de enumerar las principales claves, en mi opinión, hay cuatro reflexiones que considero interesantes: 

  • Una ciudad no es un producto. Una ciudad es un lugar vivo, donde suceden cosas y se producen interacciones humanas constantes. Por lo tanto, cuando hablamos de una ciudad, no podemos caer en la tentación de pensar en marketing de producto.
  • “Talent is the new oil”, o en otras palabras: en la actualidad, la existencia de un ecosistema de talento en una ciudad atrae la inversión (y no viceversa). El talento es, además, una de las pocas ventajas competitivas de una ciudad que no es replicable a otras. 
  • Solemos hablar del talento cómo algo genérico. Pero no lo es. El talento son personas altamente cualificadas en sus respectivas disciplinas, que aportan un valor añadido en sus organizaciones, que pueden moverse bien en entornos internacionales, y que persiguen constantemente su mejor versión.

  • El talento es un bien escaso, y ya no solo son las empresas las que compiten por el mismo. Existe una competencia feroz entre las ciudades del mundo. 

Ahora sí, toca responder a la pregunta clave: ¿Qué debe suceder, o qué debe ofrecer una ciudad para ser atractiva y tener la capacidad de atraer talento?  

Uno: Una colaboración estrecha entre el sector público y el sector privado. Absolutamente fundamental. Debe existir sintonía entre ambos. Si ambos sectores persiguen constantemente objetivos diferentes, o conviven en un estado permanente de confrontación y desconfianza, es prácticamente imposible que la ciudad consiga posicionarse como un destino referente.

Dos: Fiscalidad competitiva. Imposible olvidar este punto. Vivimos en un entorno competitivo y globalizado. Las personas y las empresas toman decisiones económicas. Si una ciudad quiere posicionarse bien en dicho entorno, debe ofrecer una ventaja competitiva, y mirar qué sucede en la casa del vecino. 

Tres: Administración eficiente. Es otro aspecto indispensable. Vivimos ya en un entorno digitalizado o en proceso de digitalización acelerada. La velocidad es una ventaja competitiva. Interactuar de forma eficiente con la administración, obtener rápidamente el permiso de turno exigido legalmente, poder constituir una sociedad en cuestión de horas, o que un trabajador extranjero obtenga la documentación necesaria para formalizar un contrato cuando todos los requisitos están en regla debería ser hoy, una cuestión de minutos (o pocas horas / días). Desafortunadamente no es así en muchos casos.

Cuatro:  Visión clara y proyecto de ciudad. La falta de proyecto lleva a la improvisación, y la improvisación a la pérdida de oportunidades. Por ejemplo, en la actualidad, es el momento perfecto para posicionarse como una ciudad referente en materia de tecnología, sostenibilidad, economía circular o lucha contra el cambio climático. Pero los objetivos pueden ser también otros. Lo importante es tener claro qué somos y hacia donde queremos ir como ciudad.

Cinco: Estabilidad y seguridad jurídica. Ligado con el punto anterior, es fundamental que exista un marco estable con independencia del color político y el gobierno de turno. En un entorno cambiante, es necesario evolucionar y adaptarse a los cambios, pero desde la serenidad y con unas normativas previsibles.

Seis: Un ecosistema formativo de calidad. La existencia de instituciones educativas (públicas y privadas) son la principal fuente de talento. Es importante disponer de una mirada a largo plazo en este sentido, y pensar a largo plazo, para formar en el presente los profesionales del futuro. Y un tema importante: que la población local disponga de un buen dominio de idiomas (principalmente, inglés).  En ocasiones no se le da suficiente importancia a este aspecto, y es realmente importante a la hora de competir con otras ciudades internacionales. Con voluntad, tiene fácil remedio, y es difícil entender el déficit sistémico en algunos países/ciudades. 

Siete: Fomento de la diversidad y la apertura. Tomando como referencia la ciudad de Barcelona, en ella conviven 179 nacionalidades. El 23% de la población es extranjera. Estas personas deben ser embajadoras de la ciudad, ya que “el talento atrae el talento. Y si no lo son, la ciudad tiene un problema grave. 

Ocho: Infraestructuras de calidad. No es posible ser un hub de talento sin estar bien conectados con el mundo. Es fundamental disponer de buenas conexiones aéreas, ferroviarias y por carretera.

Nueve: Seguridad y limpieza. La ciudad debe ser un sitio agradable donde vivir y pasar tiempo. Parece algo obvio, pero no siempre es así. 

Diez: Finalmente, lo que prácticamente todas las personas entendemos como “calidad de vida”: clima agradable, oferta gastronómica y cultural, un servicio de transporte público eficiente. En definitiva, muchos aspectos que influyen en las personas a la hora de tomar sus decisiones y plantearse proyectos de vida a largo plazo. Apalancarse como ciudad exclusivamente en estos aspectos es tentador, pero un error grave. Sin duda son una ventaja competitiva que debe ser explotada, ya que, con carácter general, la gran mayoría de personas prefieren una ciudad soleada, en la que no perder varias horas al día en atascos, y que ofrezca alternativas de ocio para todas las edades y públicos. Pero no es suficiente. 

En definitiva, si bien existen probablemente otras causas que tienen un impacto directo en el atractivo de una ciudad para atraer y fidelizar el talento, las anteriores son probablemente el eje vertebrador de una marca-ciudad referente y con voluntad de ofrecer una ventaja competitiva en un entorno cada vez más competitivo.