Artículo de Álvaro Cárcel, Partner.
Generalmente, cuando se habla de realizar un cambio profesional, la narrativa suele estar asociada con situaciones de descontento, tales como: conflictos laborales, mala relación con tu superior jerárquico, ambiente tóxico, imposibilidad de seguir creciendo, reestructuraciones, etc.
Sin embargo, hay un escenario menos explorado, pero igualmente válido. De hecho, podemos afirmar que, en muchas ocasiones, el mejor momento para dejar un trabajo es precisamente cuando todo va bien.
Vayamos a algunos de los motivos. ¿Por qué alguien consideraría dar ese paso?
1) La “peligrosa” comodidad
Cuidado con la comodidad. En ocasiones, en función de la situación personal de cada uno, puede tener sentido mantenerse en una posición cómoda y estable temporalmente. Pero cuidado si se extiende demasiado, ya que a largo plazo puede ser contraproducente. Una buena remuneración, un entorno laboral positivo, la estabilidad…son factores para la satisfacción personal. Pero también pueden convertirse en un estancamiento disfrazado. La comodidad puede transformarse en una zona de confort que, a la larga, limita el desarrollo profesional y personal. La idea de abandonar la estabilidad por la incertidumbre puede parecer arriesgada, pero para algunos, es la única forma de avanzar.
2) La exposición a nuevos entornos
El desarrollo profesional implica desafiarse a uno mismo, aprender nuevas habilidades, y explorar diferentes aspectos de la vida laboral. La renuncia a un trabajo estable, en la que ya conocemos y “dominamos” los diferentes stakeholders internos, puede ser la llave que abre la puerta hacia nuevas experiencias y oportunidades de desarrollo personal que no serían posibles de otra manera.
No hay ninguna regla escrita, pero por lo que se refiere a una gestión estratégica de una carrera profesional, solemos decir que “tras 8 años en una misma empresa, necesitas una razón de peso para quedarte”. Por lo tanto, si no existe esa razón de peso (una promoción, una expatriación a otro país, etc), puede ser un buen momento para cambiar incluso estando bien.
3) La búsqueda de otro estilo de vida
Por ejemplo, la búsqueda de un mayor equilibrio entre la vida profesional y personal puede ser un motivo para dejar un trabajo exitoso. Es muy importante que el trabajo no desestabilice otros pilares clave (la familia, las amistades, nuestras aficiones, etc). En este sentido, la decisión de dejar un trabajo puede perfectamente estar fundamentada por la búsqueda de una mayor armonía.
4) Cambio de trayectoria
Incluso en momentos de máximo esplendor profesional, las personas buscan un cambio de rumbo. Por poner un ejemplo, una persona exitosa en ventas puede, en un determinado momento, querer dar un giro hacia el marketing. Ello puede suponer dar un paso lateral o incluso atrás. Pero a veces, es bueno dar un paso atrás para dar 2 pasos adelante en el futuro.
5) Búsqueda de propósito
Estar bien en una posición y empresa es una cosa, y estar conectado con tu propósito es otra. Un ejemplo real reciente: una persona de nuestro circulo de confianza, era directora europea de Recursos Humanos en una gran multinacional del sector Gran Consumo. En su momento profesional más álgido, decidió dar el salto como directora de una institución educativa, reduciendo en más de la mitad su sueldo. ¿Genialidad o locura? No hay nada más gratificante que alinear propósito personal y profesional, por lo que, en nuestra opinión, ¡bravo!
Conclusión: es fundamental escucharse internamente, no ignorar la intuición, eliminar el máximo ruido posible, mantener el ego a raya, y con todo ello, ser capaz de tomar decisiones valientes incluso en entornos favorables.
Dejar un trabajo cuando todo va bien no es una decisión que deba tomarse a la ligera, pero no debe, bajo ningún concepto, descartarse por completo. Requiere una profunda introspección para evaluar si la comodidad actual está limitando el potencial de crecimiento, o incluso una mayor felicidad futura.